jueves, 15 de diciembre de 2011

Rojo y azul

Él había pedido una pelota roja, roja, no azul. Y su padre le había traído una pelota azul, no roja. ¡Como si fuese lo mismo, como si fuesen iguales!
Y no solo con las manos. Olían diferente. El azul olía a brisa, el rojo a sudor. Un olor áspero, vibrante, que se contraponía de forma inmediata al olor suave, acariciante del azul. Se lo dijo a su madre, ─mama, no huele como la roja─ y ella no comprendió nada ─las pelotas no huelen─ y se rió como si acabase de descubrir la mañana. Ella no sabía ─claro que el niño tampoco─ que Churchill pensaba en rojo cuando dijo aquello de «sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas», era necesario que tuviese el rojo en su mente, en su olfato. Si hubiera tenido el azul hubiera dicho algo como «hemos ofrecido al gobierno alemán la rendición».
Cualquiera lo hubiera comprendido menos un mayor.
No era lo mismo botar la pelota azul junto al hormiguero, machacando las hormigas que no imaginaban de dónde procedía ese horrible final, que hacerlo con una roja.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Excursión

Despierto. Miro por la ventana. Todavía es de noche. Miro el reloj. No importa que sea de noche, es la hora. Comienzo a vestirme. Me lavo. Me afeito. Preparo café. Tomo café. Me pongo la chaqueta. Salgo. En la calle refresca. Espero el autobús. Es temprano y viene casi vacio. Me siento. Llegamos a mi parada. Bajo. Me dirijo a mi trabajo. Llego y contemplo el solar donde antes se alzó la fábrica.
Hace diecisiete años que la derribaron.
Diecisiete años que emprendo esta rutina matinal.
¿Hasta cuando?

domingo, 28 de agosto de 2011

Tercera fase


Yaquí emprende la tarea de activar la plataforma. En realidad tarda poco más de un segundo en dar las órdenes necesarias, pero los instrumentos son más lentos que el poderoso pensamiento de Yaquí y necesitan algo más de tiempo en obedecer las indicaciones.
Yaquí espera. Alguno de los procesos no pueden aumentar su velocidad, son consecutivos, dependen de la finalización del anterior. El encadenamiento continua de forma aceptable. Yaquí, con una mínima pero suficiente atención regula, al tiempo que otra parte de su inmenso cerebro está dedicado al mantenimiento y gestión la plataforma, la que constituye su mundo.
En las cápsulas, los seres vivos están abandonando la hibernación de forma paulatina. Tardarán aún tres ciclos en terminar este proceso. Yaquí sabe. Yaquí espera paciente.
Hace ya tiempo que sus detectores localizaron el planeta, pero hasta que no se culminó el acercamiento suficiente y se hubo examinado y analizado con detalle no ha tomado la decisión de posarse en él. En ese momento fue cuando dio las órdenes que pusieron en marcha el proceso de despertar el entorno de la plataforma.
Luces se encienden en los pasillos. Hasta este momento no habían sido necesarias. Yaquí no usa esos sentidos primarios. Ahora que seres vivos van a ocupar sus puestos, se hacen indispensables. Deja salir los gases que componen la atmósfera que necesitan para respirar.
Las cámaras de hibernación se abren y sus ocupantes emergen desperezándose, con el asombro de los que han dormido durante largos milenios.
Más tarde, después del reencuentro, después de la adaptación, después de la innecesaria comprobación de los datos ofrecidos por Yaquí, los tripulantes aceptan que la primera parte del objetivo de su viaje se ha alcanzado. Están orbitando un planeta que contiene vida. Abundante y diversificada vida.
Varios ciclos más tarde, ya han tomado la decisión. Existen unos seres con un alto porcentaje de posibilidades de poseer inteligencia. Conviven en grupos y se guarnecen en unas estructuras simples pero lo suficiente sólidas para defenderse de los elementos y otros de seres que les puedan atacar.
Yaquí corrobora sus impresiones y comienzan la preparación. La nave desciende lenta y majestuosa, posándose en medio del claro. Ellos, cubiertos ya con las defensas protectoras individuales, esperan anhelantes a que Yaquí abra la compuerta.
Fuera, la horda neanderthal permanece expectante. Primero habían corrido a esconderse, pero poco a poco, la simiesca curiosidad ha prevalecido y al notar la silenciosa inmovilidad del artefacto se iban acercando, recelosos, con gruñidos suaves pero amenazadores. Nada ocurre. Esperan. Colocados entre el artefacto y sus cabañas, se sientan sujetando alertas, eso sí, las armas que portan. Desde la obscuridad de sus habitáculos, los ojos de los niños observaban curiosos. Las mujeres permanecían detrás de los hombres, también armadas y alerta ante lo desconocido.
Una pared se desprende y los seres bajan a tierra. Tras ligera vacilación comenzaron el avance hacia los hombres que permanecían sentados. Estos vacilan. Fue sólo un momento. El tiempo necesario de comprobar que lo que tenían delante eran seres vivos. Los neanderthales se levantan al unísono y con gran estruendo y griterío se abalanzan sobre los extraños.
Tras la dilatada sequía y la consiguiente penuria, al fin pueden comer.

sábado, 16 de abril de 2011

Vampiros



Drácula apuró satisfecho la copa de sangre. Le acometieron deseos de eructar, pero pudo contener el regüeldo y repuesto, continuó celebrando la misa.

sábado, 5 de marzo de 2011

Estampas frívolas


La novela es muy interesante. Trata de... bueno, la acción transcurre en un pueblo que está todo alborotado porque van a venir unos inversores extranjeros y todos se disfrazan de folclóricos para dar buena impresión y entonces en una piscina aparece muerto un yanqui que es el dueño del cabaret del pueblo que tiene hasta un pianista negro que toca mientras la gente se divierte cantando la marsellesa, y entonces descubren que el yanqui tiene un pasado conflictivo y por eso lo han matado, puesto que construyó un puente para los japoneses en oriente y este se cayó cuando pasó el primer tren y esa era la razón para mandar matarlo.
Estaba en ese punto interesantísimo cuando llegó su mujer hecha una furia como es en ella habitual y le espetó con el estruendo de sirena de barco: ¡Manolo!
Aparte de destrozarle los tímpanos, los nervios y acercarle seis semanas a la tumba, el aviso consiguió que se levantase con celeridad gatuna y se alejase a distancia prudencial de los manotazos de Eduvigis, que también era muy aficionada a prodigarlos.
─Mujer no me chilles así, que todavía no estoy sordo.
─¿Y el niño? Vociferó amenazante.
¡El niño!, se había olvidado del niño enfrascado en la lectura. Ahora sí que la había hecho buena. Miró alrededor asustado, ¿Qué hacer? De repente recordó. ¡El niño tenía veintisiete años y estaría en la tasca mamando como siempre!
─¿Acaso crees que yo soy el guardián del niño? ─gritó.
El sopapo que le saltó dos diente le dio la respuesta.

La llamada



Sentado junto al teléfono, espero humilde su llamada. Esa llamada que sé que no llegará porque ella ha muerto esta mañana.

domingo, 9 de enero de 2011

Dedicación

Más tarde, con el tiempo, plantaremos un árbol. Lo cuidaremos con esmero al objeto de que crezca sano, robusto, y hermoso. Si así lo hacemos, lograremos tener un árbol espectacular, envidia y admiración. Su verde será el verde de la naturaleza, su tronco, el soporte de los cielos, sus raíces la sujeción terrenal. Dará frutos grandes, jugosos, dulces. Vendrán de lejos a admirarlo y los pajaritos se enorgullecerán de residir entre sus ramas. Cientos, miles, acudirán eligiéndolo como morada.
Y entonces, ¡merendaremos fritadas de pajaritos todas las tardes!