domingo, 24 de octubre de 2010

Ocaso

Helios empezó a moverse, primero con lentitud, luego con seguridad. Las gentes se paraba por la calle, levantaban la vista, observaban con silencio. Las miradas cómplices reflejaban alegría.
Hacía ya dieciséis días que el Sol no se ponía. Por un capricho, por un olvido, durante ese período Helios había permanecido estático en lo alto del firmamento. Era el mediodía perpetuo.
Ahora, su movimiento le llevaba hacia el horizonte. Pasaron las horas esperanzadoras y comenzó el ocaso. Le siguió su epílogo natural.
La ciudad estallo en alegría.
Todavía ignoraban que no volvería a amanecer.

Niñez

Primero oyó un tenue tamborileo y al levantar la vista, por el ventanal advirtió que estaba empezando a llover.
Dejó el libro en el brazo del butacón y abriendo la puerta salió al patio.
La lluvia empezó a mojarle cayendo suavemente, deslizándose por sus brazos, su cabeza, penetrando bajo el cuello de la camisa y empezando a humedecer el torso.
Recordó su infancia jugando bajo la lluvia. Pero un atisbo de madurez le recordó que a su edad no era apropiado hacer esas tonterías. Si alguien lo viese, ¿qué pensaría? Era estúpido continuar.
Entonces extendió los brazos, levantó la cara y dejó que la lluvia le corriera por las mejillas.

Fan

Vio un arremolinamiento tumultuoso de la gente y acuciado por la simiesca curiosidad se acercó presto. Se trataba de la llegada al hotel de un populachero seudocantante.
Con expresión de terrible embobamiento estúpido se quedó contemplándolo como hacían todos. Al percatarse, pretendió aparentar indiferencia y hacer desaparecer esa expresión de estúpido embobamiento.
Luego comentaría despectivamente el suceso, despotricaría contras el sujeto y los imbéciles que le seguían, todo desde su superioridad intelectual.
Pero allí permaneció, con la expresión de embobamiento estúpido hasta que el personaje desapareció dentro del hotel y la muchedumbre se fue disolviendo.

viernes, 22 de octubre de 2010

Ausencia

Miro alrededor. No hay nadie. Yo tampoco estoy.

jueves, 21 de octubre de 2010

Pasota

Tiró la litrona vacía y decidió divertirse. Entro en un banco cercano.
─ ¡Qué nadie se mueva, esto es un atraco! ─gritó enseñando una pistolita de plástico─. Empezó a sonreír por su broma.
Seguía sonriendo en el suelo, abatido por el segurata

Homicidio frustrado

a Belén

Pretextando agotamiento pidió que no le llamasen hasta el día siguiente. Cerró la puerta con llave, se escabulló por la puerta trasera y emprendió la carrera hacia Madrid.
Su casa estaba oscura. Directamente entró en la habitación y estranguló a la mujer. La sirvienta la encontraría por la mañana. En veinte minutos simuló un robo. Lo tenía ensayado. Repitió la carrera hacia Valencia.
Desayunaba cuando llegó la policía.
─ Hagan lo que sea, inspector, para detener al que ha matado a mi mujer.
─ Nadie la ha matado.
─ Pero ¿no me ha dicho...?
─ No la mataron, dos horas antes de la agresión murió de un ataque cardíaco.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Yo y tú

Cuando te veo siento un dolor lacerante.
Yo estoy muerto.
Tú no.

Tú y yo

Es un lugar bello, brillante, acogedor y estás tú.
Yo no.

El resplandor


Le despertó el brillante resplandor. El despertador marcaba las tres de la madrugada. ¡Un incendio! ─pensó─ y al grito de ¡los jubilados y los niños primero! se lanzó de la cama dispuesto a salvarse. Al pasar frete a la ventana percatose de la falsa alarma. No era un incendio. Amanecía. Aseguró la hora incluso encendiendo el televisor. Entonces abríó furioso la ventana y gritó: «¡Qué haces estúpido, son las tres de la madrugada! ¿Estás borracho?».
Y el Sol, avergonzado, se apresuró a ocultarse de nuevo bajo el horizonte.

Decrepitud


Los dos hombres se alejaban entre la niebla mientras uno de ellos decía: «este es el comienzo de una gran amistad»
Apagó el televisor entre bostezos y se dirigió al baño. Orinó. Introdujo la dentadura en un vaso con agua y liquido limpiador.
En la cocina calentó un vaso de leche con el cual se dirigió al dormitorio.
Se quitó la bata. Debajo ya tenía puesto el pijama estampado con micky mouses y minies. Metido en la cama, abrazó el osito panda, bebió la leche, se arrebujó bajo las mantas y extendiendo la mano apagó la luz, sumiendo al Universo en la obscuridad.
Desde que tiene el alzheimer, este dios es la ostia.

jueves, 14 de octubre de 2010

Meditación


Salió al patio por la puerta trasera y después de hacer un agujero de una profundidad determinada por el cansancio y dolor de espalda, enterró cariñosamente su colección completa de discos de The Beatles.
Entró de nuevo en la casa, cerrando la puerta y sellándola con un antiguo y corroído cerrojo. Se dirigió con calma a la puerta principal, atrancándola con una barra metálica que había colocado previsor la semana anterior. Seguidamente fue cerrando las ventanas una a una, bajando las persianas, ajustando las contraventanas. La vivienda se fue sumiendo en la penumbra primero, y de manera paulatina, en la obscuridad. Desconectó el cable del teléfono. Quitó los fusibles de la luz.
A tientas, se dirigió al piso superior, entró en una habitación, cerró con cuidado la puerta y se tendió en la cama. Empezó a meditar.
De esto hace cinco años. Y sigue meditando

jueves, 7 de octubre de 2010

Bolero



Contemplo desde la ventana la gente bajo la lluvia. Recuerdo la canción: “vi gente correr, y no estabas tú...” Esto me evoca algo, y me percato que yo tampoco estoy.
Entonces, ¿quién está mirando por la ventana?

Telefonino


Estaba solo en casa cuando sonó el teléfono:
─ ¿Sí?
Era yo mismo que me llamaba. Como no quería hablar conmigo, colgué.
Ahora me pregunto intrigado: ¿y si era algo importante lo que quería decirme?
Y aquí estoy, al lado del teléfono, esperando anhelante que vuelva a sonar.