domingo, 9 de enero de 2011

Dedicación

Más tarde, con el tiempo, plantaremos un árbol. Lo cuidaremos con esmero al objeto de que crezca sano, robusto, y hermoso. Si así lo hacemos, lograremos tener un árbol espectacular, envidia y admiración. Su verde será el verde de la naturaleza, su tronco, el soporte de los cielos, sus raíces la sujeción terrenal. Dará frutos grandes, jugosos, dulces. Vendrán de lejos a admirarlo y los pajaritos se enorgullecerán de residir entre sus ramas. Cientos, miles, acudirán eligiéndolo como morada.
Y entonces, ¡merendaremos fritadas de pajaritos todas las tardes!