miércoles, 5 de junio de 2013

Desnudando el corazón

No llamaba la atención. Era un hombre vulgar de esos que en los partidos políticos colocan el veintidós en las listas cuando sólo hay que cubrir veinte candidatos.
Nunca había destacado en nada, ya desde pequeño. No era nadie, prácticamente no existía. Por no ser, ni siquiera era del Madrí. Por lo mismo seguía soltero. Ni las mujeres se fijaban en él.
Trabajaba sí, en un almacén, pero importaba tan poco que en más de una ocasión habían cerrado sin percatarse de que él continuaba dentro. Y era habitual que tuviese que reclamar una nómina que se olvidaban de preparar.
Aunque tenía una singularidad y por timidez, la mantenía oculta. Su metabolismo. En eso se diferenciaba del resto de los humanos. Absorbía el calor aun en las condiciones más extremas. En los días fríos, él no notaba las inclemencias del ambiente. Hubiera podido ir desnudo sin sentir ninguna molestia.
Pero cuando llegaban las calores... entonces sufría, sufría lo indecible. Al llegar a casa para soportarlo, tenía que quitarse la piel y colgarla en el perchero.