miércoles, 20 de octubre de 2010

El resplandor


Le despertó el brillante resplandor. El despertador marcaba las tres de la madrugada. ¡Un incendio! ─pensó─ y al grito de ¡los jubilados y los niños primero! se lanzó de la cama dispuesto a salvarse. Al pasar frete a la ventana percatose de la falsa alarma. No era un incendio. Amanecía. Aseguró la hora incluso encendiendo el televisor. Entonces abríó furioso la ventana y gritó: «¡Qué haces estúpido, son las tres de la madrugada! ¿Estás borracho?».
Y el Sol, avergonzado, se apresuró a ocultarse de nuevo bajo el horizonte.

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