Cuando el cuerpo muerto resucita, lo habitua les que necesite una cantidad ingente de líquido para lavar concienzudamente los conductos interiores que están llenos de barro y otras porquerías. es por ello conveniente el colocar junto al cadaver del cual estamos esperando la resurrección, un bidón de cuatrocientos o quinientos litros de agua de lluvia (es aconsejable) y una buena brazada de toallas límpias.
De nada
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