miércoles, 29 de mayo de 2013

Las ocurrencias del ascensor


Entró con paso decidido en el ascensor. Apretó el botón, quinta planta. Cuando se percató del tiempo transcurrido miró el indicador, marcaba el piso treinta y dos. Le extrañó pues el edificio sólo tenía seis plantas, pero esperó confiado.
Pasó el tiempo y los pisos. El trescientos dos, el novecientos sesenta... Al medio día se abrió un compartimiento y surgió un plato de macarrones realmente sabrosos, medio pollo rustido, un yogurt desnatado y un carajillo de Aromas de Montserrat. Fue a fumar pero el letrero que se encendió le hizo desistir.
La cena también fue agradable, sopa de cebolla, lenguado a la plancha y una naranja.
Cuando se abatió una litera comprendió que era la hora de dormir. Así lo hizo.
Sonó una música suave. Tras lavarse, chocolate con porras.
Poco después el ascensor se detuvo, piso setecientos mil trece. Se abrió la puerta.
No le extraño nada al toparse con un marciano.

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