jueves, 4 de noviembre de 2010

Fast-Food


Se subió al viejo y destartalado mueble, una antigua cómoda abandonada en aquel rincón, y se puso a mirar por el ventanuco. No era mucho lo que se percibía desde su atalaya. Una pared ajada de la vieja casa, un trozo de terreno devastado y semicubierto de desperdicios o despojos, al fondo la carretera por la que en raras ocasiones se aventuraba un automóvil y sobre ella el cartel.
¡El cartel! Ignoraba el por qué de la desazón que le acometía cuando lo contemplaba. Era algo interno, muy escondido en algún recóndito conducto cerebral. No había objetivamente explicación para ese temor. Era un cartel alegre y fachendoso que anunciaba una muy conocida cadena de fast-food. Un viejo que pretendía ser agradable con una vestimenta seudo cocinera y escandalosas letras entre las que destacaba el kentucky nombre-símbolo de la empresa. Nada amenazador. No podía entenderlo por más que lo meditaba, aunque le ocurría siempre, día tras día. Al verlo sentía ese oculto temor, ese escalofrío, esa seguridad de estar ante el peligro.Una vez más, sacudiendo la cabeza para apartar esos sombríos sentimientos, se bajó del improvisado escabel y empezó a picotear el maíz que cubría el suelo

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